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La 3,4-metilendioximetanfetamina o MDMA es una sustancia psicoactiva ilegal ampliamente utilizada en los espacios de fiesta que se caracteriza por sus efectos empatógenos; es decir, por su capacidad para generar empatía y sensaciones de bienestar con los demás. Debido a la duración de sus efectos –unas 4 o 6 horas–, a la ausencia de alucinaciones delirantes y a su fuerte sensación de bienestar emocional, la MDMA se popularizó rápidamente en los espacios de fiesta allá por los años 80, erigiéndose como nueva droga recreativa. Sus efectos energizantes y eufóricos casaban perfectamente con los sonidos electrónicos emergentes de la época. De hecho, el consumo de MDMA, tanto en forma de cristal o de pastillas con infinidad de logotipos, fue el motor de una nueva cultura de baile que se consolidaría como movimiento rave.
LOS ORÍGENES
La MDMA fue sintetizada por primera vez por la farmacéutica Merck en 1912 como intermediario de una ruta de síntesis. Pero nunca se le hizo ninguna prueba de actividad. La MDMA era poco más que una fórmula en un papel olvidado en el fondo de un cajón. En 1975, el gran químico psicodélico Alexander Shulgin rescató el procedimiento de síntesis. Shulgin solía probar sus invenciones químicas en él mismo y posteriormente anotaba los efectos que sentía. Así que cuando el químico californiano logró sintetizar la MDMA también decidió probarla para experimentar sus efectos, destapando así toda la magia y el amor que otorga la sustancia.
Alexander Shulgin en su laboratorio, donde sintetizó más de 200 compuestos psicoactivos con los que exploraba la mente humana. Imagen MP Tumblr CC.
Maravillado por los efectos, Shulgin quedó completamente convencido del valor terapéutico de su material. Así que facilitó muestras a algunos de sus colegas psicólogos, quienes utilizarían la MDMA –que entonces era legal– en sus sesiones de psicoterapia para explorar su potencial medicinal.
Sin embargo, pronto la droga comenzó a filtrarse de los consultorios de terapia a la escena underground, donde fue bautizada como «éxtasis». Desde allí se extendió por los clubs nocturnos de diversas partes del mundo. En 1985, la DEA estadounidense (Administración para el Control de Drogas) clasificó la MDMA como sustancia ilegal sin tener conocimiento de su uso terapéutico. Esta prohibición impidió terminantemente la continuación de la investigación científica con dicha sustancia. La comunidad de investigadores clínicos intentó mediar un debate sobre esta restricción a su uso. Pero la prohibición se hizo tan efectiva que todavía hoy la MDMA sigue siendo ilegal a nivel global.
En 1999, la fundación MAPS (Asociación Multidisciplinar para el Estudio de Psiquedélicos) reunió los permisos necesarios para administrar legalmente MDMA. Y financió el primer estudio pionero en España de la mano de José Carlos Bouso, un gran contribuidor al estudio de drogas y psicofármacos a nivel nacional e internacional. La investigación pretendía evaluar la eficacia de la MDMA para el tratamiento del trastorno de estrés postraumático (TEPT). Desgraciadamente, debido a las políticas gubernamentales en materia de drogas, este estudio también se convertiría en el primer intento fallido de investigación terapéutica con MDMA.
EL AHORA
Hoy, después de 30 años, estamos empezando a vislumbrar los resultados: la MDMA ha demostrado ser efectiva para el tratamiento del TEPT y se encuentra en la fase III de ensayos clínicos (ver referencias), la última fase requerida por la administración americana para que la MDMA sea aprobado como fármaco de prescripción legal. Pero ¿cómo una sustancia que se suele consumir de fiesta puede llegar a tratar un trastorno psiquiátrico tan complejo?
Muchos de nosotros experimentaremos algún tipo de trauma a lo largo de nuestra vida. Los eventos traumáticos graves –como vivir accidente de tráfico, una agresión sexual, la muerte de un ser querido o un desastre natural– provocan una respuesta biológica de estrés que nos prepara para defendernos. En muchas ocasiones podemos asimilar lo ocurrido al cabo de un tiempo sin tener efectos a largo plazo. Pero para otras personas, esos sucesos traumáticos perduran y son tan intensos que no pueden escapar. A veces terminan causando reviviscencias, ansiedad o pesadillas que afectan a la calidad de vida de las personas, pudiendo aparecer miedos constantes o depresión.
Los tratamientos actuales para el TEPT son los antidepresivos como la sertralina o la paroxetina. Sin embargo, estos fármacos no están dirigidos a tratar la raíz del problema, sino que únicamente evitan la aparición de los síntomas. Los estudios con MDMA abordan el problema desde una perspectiva radicalmente distinta. Se trata de una nueva modalidad terapéutica: la psicoterapia asistida por MDMA. En este caso, en lugar de tomar psicofármacos a diario, los pacientes suelen combinar sesiones de psicoterapia y MDMA. Primero reciben psicoterapia para consolidar una relación paciente-terapeuta. Después se administra una dosis de MDMA de alrededor de 100 mg en una sesión en la que los pacientes, asistidos por terapeutas, permanecen tumbados con un antifaz y música relajante. Luego se siguen las sesiones verbales para integrar la experiencia.
Como vemos, el consumo terapéutico de MDMA se da en un contexto muy controlado que casi se sitúa en las antípodas del contexto recreativo en espacios de fiesta. De hecho, muchos de los sujetos que han participado en los ensayos clínicos se preguntan incluso por qué se llama «éxtasis».
La MDMA permite a los pacientes realizar un viaje interior, en el cual más de un 60% logra aumentar la confianza en sí mismo, navegar por los recuerdos traumáticos, afrontarlos con una perspectiva emocional diferente y finalmente resolver su problema psicológico particular.
Hoy nos encontramos en una intersección entre la recreación y la medicación, entre el rave y la terapia, donde la MDMA –ya sea legal o ilegal– es protagonista indisputable de miles de catálisis emocionales.
EL FUTURO
La MDMA ha demostrado ser segura a dosis generalmente más bajas que las consumidas en los espacios de fiesta. No podemos olvidar que no todo el mundo responde de la misma forma a esta sustancia y debe evitarse si la experiencia es desagradable. Por supuesto, la terapia asistida por MDMA no debe derivar en un uso particular en el que las personas se auto-administren la sustancia cuando ellas quieran. Quizás el futuro de esta novedosa modalidad de tratamiento evolucione hacia centros especializados donde las personas acudan no ya para seguir una psicoterapia con psicodélicos, sino para favorecer el crecimiento personal, para superar problemas u obstáculos en las relaciones humanas, o simplemente para obtener una experiencia espiritual o enriquecedora minimizando los riesgos.
Sea como sea, estar informado siempre será un buen aliado.
Referencias
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J.C. Bouso, R. Doblin, M. Farré, M.A. Alcázar, G. Gómez-Jarabo, MDMA-assisted psychotherapy using low doses in a small sample of women with chronic posttraumatic stress disorder, J Psychoactive Drugs. 40 (2008) 225–236. https://doi.org/10.1080/02791072.2008.10400637.
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M.V. Reynolds, Parisi, Energy Flash, Edición: 1, Contra, Barcelona (2014).